Revista CZ - page 27

Nº 67 - Enero / Marzo 2016
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contrasta con la agresividad que presenta en países
del norte o este de Europa, donde la lluvia es más
frecuente y la nieve y el hielo son habituales durante
todo el invierno. Estas condiciones tan adversas exigen
el vertido de grandes cantidades de sal para hacer las
carreteras transitables, sal que termina por todas las
partes del vehículo, siendo la principal causa de corro-
sión, y exigiendo, por tanto, un elevado grado de
protección anticorrosiva para los vehículos que
circulan por esas vías. Estos condicionantes han
llevado a la industria automovilista europea al
desarrollo e implantación de unos excelentes siste-
mas de protección anticorrosiva, que permiten ofrecer
de garantías tan amplias como las indicadas y que
en nuestro país, con una edad media de “jubilación”
del parque automovilístico en torno a los 11,5 años,
y superior al resto de Europa, han demostrado su
valía.
Tradicionalmente, todos los sistemas de protec-
ción anticorrosiva han basado sus propiedades en
preservar el acero del contacto con el aire y con el
agua. Por ello se han mejorado constantemente dos
de las características más importantes de los recubri-
mientos: la continuidad y la adherencia.
La continuidad de un recubrimiento está relacio-
nada con el índice de porosidad que pueda presentar,
puesto que la presencia de cualquier poro supone una
vía abierta para el contacto con el agua y la oxida-
ción del sustrato. La porosidad se reduce con un
espesor adecuado del recubrimiento, y la posibilidad
de que un poro deje descubierto el acero se minimiza
todavía más, con un sistema de recubrimientos múlti-
ple, como los utilizados en la actualidad, puesto que
la probabilidad de que coincidan superpuestos un poro
de cada capa de recubrimiento es muy baja.
Por otra parte, el problema de la discontinuidad
del recubrimiento se ve agravado por el hecho de que
los productos de la corrosión (herrumbre), que no deja
de ser una transformación química, son más volumi-
nosos que el material que los origina, lo cual da lugar
a la formación de ampollas y desconchado del recubri-
miento, de ahí los esfuerzos realizados por mejorar
la adherencia de los sistemas protectores como medio
de contener la corrosión únicamente en la zona descu-
bierta.
La presencia de cualquier fallo en los
recubrimientos supone una puerta abierta
para la corrosión.
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