Revista CZ - page 26

Nº 67 - Enero / Marzo 2016
Los progresos realizados en las protecciones anticorrosivas de los vehículos han
conseguido desterrar esta preocupación de entre los compradores. Sin embargo
no debe confundirse lo “normal” con lo “adecuado” y la protección anticorrosiva
debe conservarse después de cualquier reparación.
Miguel A. Castillo
Carrocería y pintura
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in necesidad de remontarnos a los tiempos
en los cuales la carrocería o parte de la misma estaban
concebidas en madera (Ford T de 1.909 por ejemplo),
la utilización del acero como material preferido por
los constructores para la fabricación de carrocerías
se ha impuesto desde los primeros modelos, debido
principalmente a la excelente relación entre la resis-
tencia mecánica y el peso, y a su bondad para la
conformación en frío, teniendo que asumir el incon-
veniente de la baja resistencia a la corrosión que
presenta, y que siempre ha puesto en entredicho la
durabilidad del los vehículos.
Por ello, desde los inicios de las carrocerías
elaboradas en acero, la preocupación por mejorar la
protección frente a la corrosión ha sido una cuestión
inexcusable, hasta llegar a los niveles de protección
ofrecidos hoy en día por la mayoría de las marcas,
que en algunos casos dan garantías de hasta doce
años.
Afortunadamente, exceptuando las zonas coste-
ras, en la mayoría del territorio de nuestro país
gozamos de unas condiciones climatológicas muy
benévolas que contribuyen a la conservación de
nuestros vehículos. Esta complacencia del clima
S
Propiedades anticorrosivas
de los recubrimientos
Ensayos e inspecciones para la certificación
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