Factores clave para la igualación de color en el proceso de repintado
Objetivo: la reparación indetectable
En la primera parte de este artículo habíamos desarrollado los puntos clave para conseguir una buena igualación del color en los procesos de repintado en talleres de reparación en todo lo relativo a las fases de preparación de fondo y sobre la identificación del color del vehículo a repintar. Ahora trataremos de la formulación de la pintura de acabado; es decir, de la combinación de los básicos de mezcla según la formulación del color a reproducir, y de su posterior preparación para la aplicación, así como de la aplicación misma, tanto de las pinturas de acabado como de los barnices.
Formulación de la pintura de acabado (mezcla de básicos) y preparación para su uso
Tras la comparación entre la pintura del vehículo con las muestras, y una vez seleccionado el color que se va a formular, es importante que la preparación de la pintura mediante la mezcla de los colores básicos que la forman en la proporción indicada por el fabricante debe de hacerse de la forma más exacta posible, de forma que se consiga que la mezcla preparada corresponda fielmente a la formulación establecida. Para conseguir esto hay que poner especial atención, en primer lugar, en que la balanza que se utilice esté perfectamente calibrada y nivelada; Si no es así, difícilmente será posible reproducir exactamente la fórmula del color seleccionado. En segundo lugar, antes de extraer ninguna cantidad de pintura, hay que asegurarse de que todos y cada uno de los colores básicos de mezcla que se vayan a utilizar, los botes hayan sido previamente homogeneizados; es decir, hayan sido agitados en la medida necesaria para asegurar que la cantidad de pintura extraída de ellos corresponda a la mezcla de todos los componentes. De no hacerse así, si se extrae una cantidad de pintura sin homogeneizar la mezcla del bote, no solo influirá en el resultado del color que se esté preparando, sino que, además, el resto de pintura contenida en el bote básico también quedará alterada (si se extrae una cantidad de material no homogeneizado, el que quede en el bote tampoco corresponderá a la mezcla con las proporciones iniciales), lo cual alterará todas las posteriores mezclas en las que intervenga el color básico alterado.
Extraer de pintura de un básico de mezcla sin agitarlo previamente, estropea el color que se esté preparando e inutiliza el resto del bote para preparar otras mezclas.
Según el tipo de pintura, esta homogenización puede ser más o menos fácil de realizar, desde ser suficiente con un par de movimientos manuales del bote, a tener que estar dispuestos los botes en un mecanismo que permita realizar una agitación más intensa mediante la introducción de un agitador en el interior de cada bote, agitadores que son accionados de forma conjunta en todos los básicos de mezcla dispuestos en los distintos estantes de la tradicional “máquina de mezcla”.
Cumplidos estos requisitos, se deberá ser lo más exacto posible en la adición de las cantidades indicadas por la fórmula de cada uno de los básicos que intervengan en la formulación del color que se está preparando. Con especial atención en los casos en que la cantidad de uno de los básicos sea muy pequeña para el volumen total a preparar, ya que, en esos casos, pequeñas diferencias respecto de la cantidad que realmente hay que añadir resultan muy notorias en el resultado final. Esto puede entenderse perfectamente con los siguientes ejemplos: Si la formulación de un color gris resulta de la mezcla de 50 gramos de blanco y otros 50 gramos de negro, y se comente un error, y a los 50 gramos de blanco se añaden 51 de negro, es decir, un gramo de más respecto de la formula indicada, y aunque en cualquier caso es un fallo de medición no admisible (un gramo de diferencia en la medición de un básico es mucho en el entorno de las cantidades preparadas en refinish), lo cierto es que el gris obtenido, aunque será diferente al que se pretendía obtener, esta diferencia será pequeña y poco perceptible; sobre todo si comparamos con el siguiente supuesto, en el que la fórmula de otro tono de gris consista en la mezcla 98 gramos de blanco y 2 gramos de negro. En este caso, si cometiéramos el mismo error absoluto que en caso anterior, es decir, añadir 3 gramos de negro. Un gramo de más, como en caso anterior, pero si bien en el primero de los supuestos el error suponía añadir un 2% más de la cantidad indicada en la fórmula, en este segundo supuesto representa un 50% más, por lo que es fácil intuir que el color obtenido será completamente distinto que el que se pretendía reproducir.
Cuanto menor es la cantidad de un básico a añadir a una formulación, mayor debe ser la exactitud que debe ponerse en su medición.
En algunos casos, la proporción en la que entran uno o más básicos en la formulación del color es tan pequeña que para poder asegurar las mediciones con un mínimo de exactitud los fabricantes proponen una cantidad mínima de pintura a preparar. Es en estos casos en los que hay que poner mayor minuciosidad en el pesaje de los componentes. Esto suele ocurrir en los blancos, en los que además del básico blanco, se añaden cantidades muy pequeñas de otros básicos (azul, amarillo, etc.).
El último aspecto que comentamos respecto de la preparación de las pinturas es el referido a la dilución y/o catalización de la mezcla en el momento previo a la aplicación. Debe de hacerse con los productos indicados por el fabricante en función de las condiciones de aplicación; como por ejemplo el diluyente adecuado a la temperatura ambiente a la que se vaya a realizar la aplicación aerográfica. Lo mismo con los endurecedores o catalizadores, en el caso de pinturas monocapa, o bases bicapas a las cuales sea necesario añadir el activador según el proceso de pintura requerido; y siempre con los productos indicados por el fabricante y en las proporciones señaladas.
Aplicación de la pintura y del barniz
También durante la aplicación aerográfica de la pintura encontramos factores que condicionan la igualación del color: Las pistolas empleadas deben estar siempre limpias antes de cada uso; obviamente no pueden quedar restos de pintura de procesos anteriores que se mezclarían con la pintura a aplicar. La configuración de los parámetros de la pistola debe ser los indicados para cada producto que se vaya a aplicar, diámetro de boquilla, presión, caudal, etc.
Respecto de las condiciones ambientales de temperatura y humedad, durante la aplicación tendrán que estar dentro de los márgenes descritos por el fabricante; y en caso de encontrarse en los límites de éstos, emplear los diluyentes y catalizadores adecuados a esa temperatura. Con todo esto se asegura que la evaporación de los componentes volátiles de la pintura se realice de la forma diseñada por el fabricante; de no ser así se podrían producir evaporaciones demasiado rápidas en algunas zonas, lo que daría lugar a que los pigmentos no se asienten de forma uniforme en toda la extensión pintada apareciendo zonas con distintas tonalidades.
Por otra parte, es imprescindible respetar los tiempos de evaporación entra la aplicación de cada mano, ya que, de no ser así, además de crear otros defectos de pintura como descolgados, también se ve afectado el aspecto final de la pintura ya que evolucionarán de distinta forma los pigmentos presentes en la pintura, sobre todo en el caso de pigmentaciones metalizadas y perladas. En este sentido también hay destacar que cobra especial importancia en los acabados metalizados y perlados, la finalización de la aplicación de la base de color con una última mano de aplicación más aligerada y extensa que se suele denominar como “mano de control” para ayudar a la igualación del acabado en toda la extensión pintada.
En la igualación del color, emplear la técnica del difuminado siempre es una baza ganadora: En el caso de acabados bicapa, en los que tras la aplicación de la base de color se finaliza el proceso con la aplicación de un barniz que cubrirá completamente la pieza, o piezas, a pintar, con independencia de se haya identificado bien el color necesario, y se haya preparado la mezcla siguiendo todos los consejos desgranados anteriormente, siempre que sea posible, en el caso de piezas reparadas, será preferible la aplicación de la base de color mediante la técnica del difuminado. Esta técnica consiste en que, por ejemplo, una vez reparada la zona deformada en una pieza, y aplicadas y lijadas las pinturas de fondo, en lugar de aplicar una capa completa de pintura base a toda la pieza, hacerlo en extensiones cada vez mayores, alrededor de la zona reparada, de esta forma se consigue una transición paulatina entre la pintura preexistente en la pieza con la nueva capa de pintura, con lo que si hubiera una mínima diferencia de color entre ambas capas esta quedaría casi imperceptible. Además, en el caso de los acabados metalizados, en los que el efecto final conseguido depende, además de la formulación del color utilizado, de la forma aplicación de la pintura (distancia de aplicación, velocidad de barrido,…), ya que, según sea ésta, las partículas de pigmento metalizado se orientarán de una u otra forma, obteniendo resultados de distinto grado de brillo según distintos ángulos de visión.
Respecto de la última capa de pintura a aplicar en el caso de bicapas y tricapas, es decir, el barniz, aunque en principio se trata de una capa transparente que no debería afectar al color, puede hacerlo cuando el barniz utilizado no es el adecuado a estos procesos; un producto de baja calidad se suele traducir, entre otros parámetros, a que amarillee con el tiempo, lo que indudablemente afectará al color. También hay que tener en cuenta que no debe aplicarse un espesor excesivo de barniz, además que no se mejoran las cualidades de protección, la tonalidad que tenga el barniz se hace más evidente cuanto mayor es el espesor aplicado.
En pinturas bicapa, la mejor opción de repintado en los casos de daños de poca extensión es la aplicación de las bases bicapas mediante la técnica de difuminado.
Por último, también señalamos que hay ocasiones en los que el diseño del acabado de pintura de algunos colores incluye el uso de barnices teñidos, esto es que al barniz se le añaden unos tintes. Se trata de pigmentos cromáticos con muy bajo poder de cubrición, con ellos se consigue que, manteniendo la transparencia, el barniz adquiere la tonalidad del tinte, con lo que el acabado final toma un aspecto diferente, que también dependerá del espesor o número de manos del barniz tintado aplicado. En estos casos habrá que tener en cuenta este aspecto para la preparación de las muestras para comparar con el vehículo a repintar.