El vehículo eléctrico transforma el transporte y la energía

8 de mayo de 2024

La rápida adopción del vehículo eléctrico provocada por la evolución de la tecnología y la necesidad de descarbonizar la economía junto con la generación de energía descentralizada proveniente de fuentes renovables y la posibilidad cada vez más barata de almacenar esta energía va a provocar una disrupción “limpia” del transporte y la energía en los próximos 20 años que culminará con la llegada del vehículo eléctrico autónomo.

(Autor: Enrique Pastor)

¿Qué podemos hacer para acelerar realmente la descarbonización de la actividad económica y reducir el impacto medioambiental? ¿Qué haría falta para que pudiéramos ser autosuficientes en la generación y consumo de la electricidad como individuos o cómo empresas? ¿Cuánto tiempo al día permanecen, de media, nuestros vehículos parados? ¿Cuánto nos cuesta tener un vehículo en propiedad?

Ante la evidencia del cambio climático en las últimas 2 décadas, la humanidad ha empezado a hacerse muchas preguntas y a buscar respuestas. Tenemos muchos retos por delante para conseguir hacer nuestro planeta realmente sostenible y dejar de consumir sus recursos tal y como lo hemos estado
haciendo hasta ahora. En 2023 estamos “consumiendo” nuestros recursos a un ritmo de 1,7 planetas, es decir, a final de Julio ya hemos consumido todos los recursos que el planeta es capaz de generar en 1 año.

A través de estas líneas, vamos a abordar una parte del problema y una posible solución: hablaremos del transporte y la energía, dos sectores clave en la economía de los países. El transporte contribuye al 27% de las emisiones de gases de efecto invernadero y la generación de energía de origen fósil en Europa representó todavía en el año 2020 el 37% del total (la generación renovable superó a la fósil con un 38% de share y el 25% de origen nuclear).

Hay un consenso generalizado sobre la manera de abordar la descarbonización de la economía: electrificar y digitalizar. Electrificar los procesos como el transporte y la climatización produciendo electricidad de fuentes de energía renovables.

Digitalizar para hacer los procesos más eficientes a través de la medida, el control y la aplicación de la mejora continua y el aprendizaje aplicando tecnologías como el machine learning o la inteligencia artificial.

Sabemos que la evolución de la tecnología ha creado disrupciones recientemente: Nokia o Kodak eran grandes empresas que se vieron totalmente disrumpidas por la llegada de nuevas tecnologías como los smartphones o las cámaras digitales. Además, las disrupciones, que consisten en la llegada de un nuevo producto o servicio que ayuda a crear un nuevo mercado y debilita, transforma o destruye un producto existente, una categoría de mercado o toda una industria, son provocadas por la democratización de 2 ó más tecnologías a la vez.

En este momento, nos encontramos en este punto con varias tecnologías: la generación solar fotovoltaica, el almacenamiento de energía eléctrica en baterías, la hipervelocidad de las comunicaciones inalámbricas y la sensorización masiva en los vehículos.

Además, como hemos comentado y por responder a algunas de las preguntas que teníamos al inicio del artículo, tenemos un problema medioambiental que tenemos que resolver urgentemente: los coches pasan de media el 96% aparcados y nos cuestan en total entre 600 y 1000 € al mes (siendo el segundo gasto más importante tras la vivienda) y los desastres climáticos o geopolíticos desestabilizan los precios de la energía provocándose un impacto grande en nuestra economía diaria.

Aquí tenemos los ingredientes para lo que se ha denominado la disrupción “limpia” del transporte y la energía donde el vehículo eléctrico está llamado a jugar un papel central. Hablemos de las ventajas: nos permite tener la “gasolinera” en casa, utilizar energías renovables en lugar de combustibles fósiles, gastar entre 5 y 8 veces menos dinero cargando que repostando. Además, al no tener prácticamente piezas móviles, sufren mucho menos desgaste con lo que se reducen drásticamente los costes de mantenimiento y se alarga la vida útil del coche 2, 3 y hasta 5 veces más llegando a hacer 1 M de kilómetros con una degradación de la batería inferior al 30%.

También presenta desafíos y problemas como el uso de materias primas escasas, la gestión de las baterías al final de su vida útil, la autonomía, la necesidad de una nueva infraestructura de recarga pública y privada o el riesgo adicional que puede suponer un incendio. Algunos de estos desafíos se van a ir resolviendo a medida que la tecnología avance como las nuevas baterías con mayor capacidad y menor uso de materias primas escasas. Otros de estos desafíos representan oportunidades que deben acompañar la adopción del vehículo eléctrico. Ejemplos: segunda vida a las baterías de vehículos como baterías de almacenamiento de energía, aplicación de nuevos materiales a los equipos de extinción de incendios como la manta “fire blanket pro” desarrollada con la colaboración de Centro Zaragoza.

Con todos estos ingredientes estamos asistiendo al crecimiento exponencial de las instalaciones de generación solar fotovoltaica y de la venta de vehículos electrificados y cada vez en un porcentaje más
elevado, ambos están yendo de la mano gracias a la democratización de ambas tecnologías. Las placas solares han dividido su precio por 10 desde el año 2000 y se estima que los vehículos 100% eléctricos alcanzarán la paridad con sus equivalentes de combustión entre 2025 y 2027. Estos son los signos de una adopción exponencial y que representan una disrupción real pues están ya impactando de una manera drástica el mercado del automóvil y el de la energía. Empresas como Tesla o BYD que no estaban presentes en el mercado del automóvil, se convierten en muy pocos años en las más vendidas. Start-ups que se dedican a la instalación de placas solares se convierten en compañías distribuidoras de energía disputando clientes a las grandes compañías eléctricas y, todo ello, a pesar de la lentitud en la evolución
de la regulación y en los lobbies que surgen para frenar su avance.

Y el siguiente paso que complementará la disrupción será la adopción masiva del vehículo autónomo (y eléctrico) que se conducirá sin la necesidad de la intervención de ningún ser humano. Se estima que el coste de una suscripción será de 250- 300 € al mes frente a los 800 € al mes actuales, que evitará más de un millón de muertes al año por accidentes de tráfico y más de 50 millones de hospitalizaciones. El vehículo autónomo vaciará literalmente las ciudades de coches, que, vistas desde el espacio, podrían parecer habitadas por vehículos. Esto que redundará en beneficios para la salud (contaminación medioambiental y acústica), más espacio público para las personas y más tiempo y dinero disponibles para gastar en ocio.

En cada disrupción provocada por la evolución de las tecnologías, una parte mayoritaria de las empresas y las personas tenemos tendencia a negarlas y a buscar todas las razones y “excusas” por las que la disrupción no va a tener éxito. Una parte pequeña, los “early adopters” son los que primero se dan cuenta de la realidad y empiezan a buscar soluciones y a adaptarse a las consecuencias haciendo propuestas audaces y diferentes, tanto en los productos y servicios como en los modelos de negocio. Ante cualquier problema o desafío siempre hay una oportunidad, el Yin y el Yang, dos caras de la misma moneda.

¿Somos de los primeros o de los segundos? ¿Qué podemos hacer para ayudar a que esta transición sea más fácil y tenga el impacto más positivo posible? ¿Cómo ayudamos a preparar a las nuevas generaciones para gestionar el cambio de manera proactiva y positiva?