30 años investigando accidentes de tráfico
La actividad de investigación de accidentes de tráfico se inició en Centro Zaragoza pocos años después de su apertura, cuando nos llegaron las primeras consultas sobre accidentes complejos o que planteaban algunas dudas a los familiares de algunos conductores accidentados. Bien directamente, o bien a través de su compañía aseguradora, venían buscando expertos en automóviles que pudieran ofrecerles una opinión técnica sobre posibles fallos o averías en alguno de los sistemas del vehículo de su familiar fallecido, que hubieran podido influir en el desenlace del accidente. Otros demandaban aclaraciones sobre la evolución misma del accidente, para ayudarles a entender lo sucedido y, si fuera posible, a determinar responsabilidades en la causación del accidente.
La intervención de Centro Zaragoza arrojó luz sobre las causas de aquellos primeros accidentes, tras no pocos quebraderos de cabeza, análisis y ensayos, en una época en la que todos éramos autodidactas y no disponíamos aún de una metodología de trabajo bien establecida. Así, en poco tiempo, los asuntos que demandaban nuestra intervención se multiplicaron, lo que nos llevó a crear un departamento específicamente dedicado a la investigación de accidentes de tráfico, hace ahora ya 30 años.
Las bases sobre las que se asentarían las reglas de trabajo de este departamento se establecieron muy pronto: excelencia en el proceso de recogida de evidencias físicas y rigor técnico en el análisis de las mismas para establecer las causas, con la finalidad única de buscar la realidad de lo ocurrido, sin perder nunca de vista el respeto a las víctimas, ya que estábamos trabajando en un entorno especialmente sensible, incluso en la manera de exponer nuestras conclusiones, no siempre fáciles de asimilar por todas las partes implicadas.
Esta actividad ha evolucionado en estas tres décadas paralelamente al rito de las nuevas tecnologías. Vivimos los inicios de la aplicación de rudimentarios programas informáticos que analizaban colisiones entre vehículos, testamos muchos de ellos, incorporamos los mejores a nuestra actividad diaria y ampliamos el análisis asistido por ordenador también al terreno de la biomecánica, es decir, al análisis del efecto de las solicitaciones físicas sobre el cuerpo humano, con la adopción de herramientas de simulación, que hasta ese momento solo eran utilizadas por la industria del automóvil, en sus centros de diseño de sistemas de seguridad para vehículos. También creamos e impartimos diferentes cursos de formación para investigadores de accidentes, después de haber desarrollado nuestra propia metodología, y nos gusta pensar que de alguna manera también hemos contribuido con ello a la mejora de los procedimientos de trabajo de peritos y policías de equipos de atestados, que en nuestro país y algunas zonas de Hispanoamérica desarrollan esta actividad.
Sin duda son muchas las razones que han contribuido a la importante reducción de víctimas por accidentes de tráfico que se ha producido en nuestro país a lo largo de los últimos 30 años, y estamos convencidos de que todavía deben disminuir mucho más, hasta prácticamente desaparecer antes de otros 30, pero estamos seguros de que la mejora en la investigación de los accidentes y la aplicación de métodos científicos para conocer las verdaderas causas de los mismos, así como de sus consecuencias lesivas, ha tenido y seguirá teniendo una importante contribución en este objetivo. Seguiremos trabajando con ilusión por conseguirlo, porque se lo debemos a las víctimas de los más de 2500 accidentes de tráfico que hasta la fecha hemos investigado y a todas las víctimas, de todos los accidentes, que se siguen produciendo en el mundo.