Los 14 puntos críticos del patinete eléctrico

4 de mayo de 2022

Con un coste de hasta 150 euros para el usuario por año

Según Euromaster, los patinetes y bicicletas eléctricas son ya una constante en los entornos urbanos y tienen en torno a 9 millones de usuarios habituales en nuestro país, pero, al igual que los coches o las motos, requieren de un mantenimiento preventivo para evitar averías siempre costosas y proteger a otros usuarios de la vía y a los peatones. Y esa puesta a punto en un patinete eléctrico ronda de los 40 a los 150 euros, de los 50 a los 180 euros si se trata de una bicicleta eléctrica, según Euromaster, especialista en el cuidado y mantenimiento integral del vehículo, que ha puesto en marcha en Sevilla su primer taller con servicio a la nueva movilidad.

De esta manera, Euromaster se alinea con la nueva reglamentación que afecta a los nuevos medios de transporte urbanos, especialmente el patinete, en tanto la DGT publicó el pasado enero el nuevo Manual de características técnicas, que establece los criterios de calidad de los patinetes con el objetivo de garantizar la seguridad vial y la protección de los ciudadanos, que entrará en vigor en enero 2024 para todos los nuevos y en 2027 para el resto ya en circulación.

Por ello, y con el objetivo de instaurar en los usuarios la misma cultura de mantenimiento que se tiene con el coche o la moto, Euromaster ha identificado los puntos críticos a revisar y las operaciones que deben hacerse y es necesario conocer.

Así, en un patinete, cobra especial importancia el estado de la batería para que pueda circular, teniendo en cuenta que se trata de un elemento que sufre especialmente con los cambios de temperatura, ya sea bajas o altas temperaturas.

Otro elemento es el neumático, que en el caso de los patinetes tienden a sufrir pinchazos en la vía pública ante los baches y demás deformaciones del pavimento, siendo uno de los elementos más vulnerables y que más dolores de cabeza da a sus propietarios.

También el estado de los frenos, de la iluminación y de los sensores de aceleración son claves para la seguridad vial, no en vano, según la DGT y en 2020, hubo con los llamados VMP más de un millar de heridos no hospitalizados, 97 hospitalizados y 8 fallecidos, prácticamente el 100% en el entorno urbano.

La bicicleta es otro de los vehículos que se han extendido por las zonas urbanas y, además, se ha sumado a la tendencia de la electrificación para que el usuario pueda valerse de un pequeño motor y que le dé el suficiente impulso en carretera.

Esto equivale a una mayor complejidad que la “bici” clásica ya que, además de neumáticos o frenos, el usuario debe velar por el estado de la batería y del software, que también sufren con los cambios de temperatura, máxime cuando están más expuestos a los elementos y la intemperie que otros vehículos como el coche.

Iluminación, frenado o suspensiones son algunos de los elementos a revisar en la “bici”, que cuenta con una mayor siniestralidad que el patinete, con 21 fallecidos y más de 4.000 heridos, con casi 400 de ellos que requirieron hospitalización.

Según Francis Ferreira, director general de Euromaster para España y Portugal, “la manera en la que nos movemos está cambiando. Si antes la gran mayoría escogía el coche para sus desplazamientos, ahora nos encontramos en un momento de plena ebullición de opciones de movilidad, especialmente en zonas urbanas. Desde bicicletas a motos eléctricas, pasando por el patinete, de repente la movilidad se ha convertido en un ecosistema y afecta al taller. La pregunta es ¿debe el taller seguir centrándose solo en coches o abrimos la mano para adaptarnos a los cambios en la movilidad y dar servicio a estas nuevas fórmulas y a sus usuarios?”.