La necesaria experimentación en Biomecánica de impactos

2 de septiembre de 2016

El actual nivel de conocimiento sobre biomecánica de impactos de baja intensidad y, en concreto, de la relación existente entre intensidad de colisión y riesgo de lesiones asociadas al latigazo cervical, se debe en buena parte a la experimentación realizada por diferentes centros de investigación que cuentan con laboratorios de choque de vehículos y también a los datos recogidos de accidentes reales en los que resultaron implicados vehículos equipados con registradores de eventos, o pequeñas “cajas negras”, que registran los valores de aceleración cuando se produce una colisión.

Combinando los resultados de una amplia base de datos de colisiones por alcance a baja velocidad, pudo ser desarrollado, por la Universidad de Zaragoza, el algoritmo de cálculo de la aplicación informática CZ Bals que, a partir del nivel y la morfología de los daños sufridos por los vehículos en una colisión por alcance, y teniendo en cuenta también sus características técnicas, calcula los valores de ΔV (cambio de velocidad) y Amedia (aceleración media) experimentados por el vehículo alcanzado. Posteriormente, a partir de los parámetros puramente físicos que han sido calculados por la aplicación CZ Bals, se estima un riesgo de lesión, basado en estudios epidemiológicos que relacionan los parámetros físicos que cuantifican la severidad de la colisión con el riesgo de síntomas asociados al latigazo cervical que estadísticamente se desprende de esos valores.

A raíz de ponerse en marcha el servicio de elaboración de informes de biomecánica por parte de Centro Zaragoza nos encontramos con la sorprendente, al menos para nosotros, circunstancia de que en nuestro país, en una gran proporción de casos en los que se reclaman lesiones asociadas al latigazo cervical, los vehículos no han sufrido la tradicional (y bien estudiada) colisión por alcance, sino que se trata de roces entre vehículos que, circulando por el interior de glorietas circulares, popularmente conocidas como rotondas, entran en contacto lateral cuando uno de ellos, generalmente el que circula por el carril interior, se cambia de carril y cierra el paso o roza contra el lateral de otro vehículo ya se encontraba circulando por dicho carril. Esta configuración de colisión, aunque un simple análisis teórico de la misma ya pone de manifiesto que la transferencia de energía entre vehículos ha de ser muy reducida, sugiere la necesidad de realizar nuevos ensayos de choque, inéditos hasta el momento, que reproduzcan estas frecuentes configuraciones de choque por raspado lateral entre vehículos, tarea en la que ha estado inmerso Centro Zaragoza en los últimos meses.

Como expresara con gran acierto el genial físico experimental Kelvin: “cuando se puede medir aquello de lo que se habla y se puede expresar en números, se conoce algo del tema, pero cuando no se puede medir, cuando no se puede expresar en números, el conocimiento es pobre e insatisfactorio”. Podemos anunciar con gran satisfacción que Centro Zaragoza dispone ya de una base de datos de ensayos de choque propios sobre diferentes configuraciones de colisión que abarcan las casuísticas que se presentan en nuestro país con mayor frecuencia, lo cual nos permite ofrecer datos que cuantifiquen la intensidad de colisión en todas ellas.